Pues eso, se acabó la creatividad, ese montón de ideas que apelotonaban mi cabeza hace ya diez años.
La gente no es la misma, el ambiente tampoco y uno acaba durmiéndose en la monotonía. Es curioso como una tarde y un café con Carlos, Raúl, Angela o Jose Luis podían traer millones de ideas a la cabeza o al papel. O visitar el estudio en frente del Anaïs y charlar con Yoshio mientras ves los cuadros de Pablo.
Vuelvo a recordar que tengo el blog abandonado, que hay una renovación pendiente…
Voy a verme unos cortos a ver si se activa alguna neurona dormida.